No quiero tocarte, ni olerte, ni amarte,
pero quiero mirarte hasta que las pupilas
me hagan una moción de censura que ganarían por dos a uno.
Estoy pensando en hacerme un espejo con tu cara
para que cada vez que me mire las legañas verte a ti
me espabilaría más que el café de Guatemala, que me da gases.
Sin embargo. tu cara me da paz, es como mirar un cuadro
en un museo de alto-standing, se que vienes del arrabal,
del corazón del arte, del poder del amor y el desamor
pero te mantienes demarcada, con un cartel blanco que no te
describe
y una cuerda para evitar que se acerquen mucho
lejos de tu hogar espiritual que es la naturaleza sencilla.
No quiero tocarte, pero me muero por mirarte
no por verte, también
veo los asquerosos coches
pero no los miro porque no los busco, vienen hacia a mí.
Pero tus ojos si los busco, soy de los que cree en buscar y
no encontrar, lo único que se encuentra en la vida es la
muerte
y no hace falta buscarla. Tus ojos, no obstante, los busco
por las esquinas
, en las bocacalles oscuras, esperando verlos volar a mi
lado
como luciérnagas sin rumbo pero que se acercan por la
atracción de mi energía,
energía que gasto en buscarte, por tanto, no estaría mal que
algún día vinieran las luciérnagas
a acompañarme una noche y cuando toda la luz se apague
incluso la de tus ojos, ahí sí,
tocarte, tocarte hasta tocarte la vida. Después de eso que
venga la mañana, si quiere...
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